miércoles, 1 de julio de 2009

Pastoral Vocacional Juvenil

Algunas de nuestras preocupaciones y desafíos

¿Cómo nos sentimos nosotros, invitados e invitadas a despertar en cada joven al navegante escondido que llevan dentro? ¿Cómo nos sentimos quienes los acompañamos mientras buscan un rumbo para su vida?
Podemos reconocernos como instructores que brindan los conocimientos básicos para no hundirse ni morir en el intento, con cursos de navegación dictados en tierra firme, que dejan extrañamente fuera la experiencia en medio del mar. Tal vez, nos reconozcamos en aquellos que ofrecen a sus aprendices recorridos seguros, estipulados, trazados con referencias bien explícitas y con precisas cartas de navegación; movidos, quizás, por el temor que nos asalta cuando un aprendiz se lanza a navegar. O bien, puede ser que nos veamos reflejados en esos otros apasionados navegantes que contagian el amor por el mar y su misterio, que despiertan en otros el deseo de buscar nuevos puertos, que invitan a experimentar el arrojo de la búsqueda y la alegría de sentirse buscadores, impulsados por sus propios sueños.
Evocando los gritos de los jóvenes de nuestros ambientes, percibimos:
Su necesidadde ser escuchados y acompañados, valorados y aceptados gratuitamente; de ser amados por lo que son y de encontrar alguien en quien confiar; de sentirse acompañados porque no quieren estar solos; de encontrar un espacio donde ser ellos mismos; de sentir hablar de Dios de otra manera.
Su sed de plenitud; sus fuertes búsquedas en el camino de construcción de la propia identidad y sentido.
Su apertura confiada a las propuestas de sentido, y ante quienes pueden ser para ellos válidos referentes.
Su capacidad para convivir con la multiculturalidad y crear redes solidarias.
Su valor para luchar por la vida, en ambientes y situaciones difíciles; su realismo y concretez.
Animados por la certeza de la potencialidad que existe en toda vida joven, constatamos que la mayoría de las debilidades, que a continuación expresamos, pueden convertirse para cada uno de ellos, en verdaderas oportunidades de crecimiento personal:
La vulnerabilidad, que se manifiesta tanto en experiencias de fragilidad como de agresividad.
La baja autoestima, que se expresa en desánimo y desmotivación.
La poca capacidad de aceptar la frustración.
La tendencia a ser autorreferente.


Preguntas para reflexionar:
1. ¿En qué Acciones concretas de los jóvenes con quienes trabajas se ven plasmados los gritos mencionados en el texto?
2. Como comunidad local ¿Qué respuestas damos a esos gritos?

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