miércoles, 1 de julio de 2009

Iglesia peregrina en la historia

La Iglesia es imagen de la Trinidad, congregada por la unidad del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo y peregrina en la historia como pueblo de Dios. Encuentra su fundamento en Cristo y se convierte, unida a Él, en sierva de la humanidad y de la no humanidad . Su misión es ser fiel a Jesús y fiel al hombre contemporáneo, especialmente a los más pobres y excluidos.
Cristo nos revela que la vida divina es comunión trinitaria. Padre, Hijo y Espíritu viven en perfecta comunión de amor, el misterio supremo de la unidad. De allí procede todo amor y comunión para grandeza y dignidad de la existencia humana. El Espíritu Santo, que habita en los creyentes y llena y gobierna toda la Iglesia, realiza esa admirable unión de los fieles y tan estrechamente une a todos en Cristo, que es el Principio de la unidad de la Iglesia . Con la fuerza del espíritu, la Iglesia, a ejemplo de María, es y está llamada a ser Madre, que con amor incondicional acoge, engendra y dona la vida. No se cansa de buscar nuevos caminos para convocar y reunir a todos sus hijos en un solo corazón y una sola alma.
En la comunión uno quiere estar con el otro por sí mismo, mediante la propia presencia, sin intermediarios; quiere estar para el otro y hasta ser en el otro. La comunión supone intimidad, transparencia de intención, unión de corazones, convergencia de intereses. El bien común personal y social solamente resulta de lazos de comunión entre todas las partes.
La estructura básica de la Iglesia es la comunidad de los fieles que respondieron con fe a la convocatoria de Dios en Jesucristo. Esta comunidad se estructura con elementos dejados por Jesús y por otros elementos de carácter histórico social. La red de estas comunidades constituye el Pueblo de Dios que resulta de un proceso comunitario y participativo. Es mediante la comunidad que el Pueblo de Dios se concreta, cobra visibilidad y densidad histórica. Del seno de la comunidad surgen las diversas funciones, los servicios y los ministerios.
La inculturación del Evangelio es un proceso que supone el reconocimiento de los valores evangélicos presentes en la cultura actual y en la experiencia de fe de nuestros pueblos, como también, el reconocimiento de nuevos valores que coinciden con el mensaje de Cristo. Se intenta además la incorporación de valores evangélicos que están ausentes, porque se han oscurecido o porque han llegado a desaparecer.
“La Iglesia ve en los jóvenes una fuerza renovadora, signo de sí misma”.
Reconociendo en la juventud un verdadero potencial para el presente y futuro de la evangelización, la Iglesia reafirma ese compromiso haciendo una opción preferencial por los jóvenes. Evangelizar desde la realidad de los jóvenes es anunciar en los compromisos asumidos y en la vida cotidiana, que el Dios de la Vida ama a los jóvenes y quiere para ellos un futuro distinto, sin frustraciones ni marginaciones, donde la vida plena sea fruto asequible para todos.
Mediante la acción de la Pastoral Juvenil, la Iglesia acompaña en sus educadores a cada joven, para que pueda encontrarse consigo mismo, descubrir y realizar su proyecto de vida, que incluye su propio lugar dentro de la comunidad eclesial. Lo hace en un clima de familia, de protagonismo, de confianza en los jóvenes y en sus potencialidades.

Preguntas para reflexionar
¿En qué actividad demostramos que somos una iglesia trinitaria, misionera y fiel a Jesús y al hombre contemporaneo (especialmente a los más pobres y excluídos)?
¿Cuáles son las características de la comunión en nuestras comunidades juveniles?
¿Los jóvenes se sienten los "preferidos" en la iglesia que somos? ¿O nuestra opción por ellos es sólo declamativa e intelectual?

No hay comentarios: